Un pequeño fragmento del libro
el destino, y es algo de lo que estoy completamente
segura, solo tienes que saber ver las señales.
Fácil, ¿no?
Las ves, las reconoces, piensas, recapacitas
y normalmente actúas. Pues no; tendemos a
verlas, reconocerlas, llegamos incluso a pensar,
y es ahí cuando nuestro lado racional nos taladra
con su charla de que algo así no es posible, que
son sólo imaginaciones, que es demasiado bonito
para ser verdad y de que algo así no te puede
suceder a ti. ¡Imposible!
No llegas siquiera a recapacitarlo, es tan convincente
que te parece hasta ridículo haber tenido una idea
como esa, ¿o no es cierto? En ese momento dejamos
pasar las señales, y lo malo de todo es que pasan una
y otra vez, y hacemos caso omiso de ellas. Cada una
con un mensaje que nuestra conciencia deja escapar.
Así somos o, en mi caso, así era.
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