LA GOTA QUE REBOSA EL VASO
Cómo no tenía que estar esa mujer para hacer lo que hizo. Para, durante la noche, y mientras su marido dormía, coger un cuchillo y cortar su miembro sin ningún tipo de remordimiento. Lorena Bobbitt, sometida a humillaciones y maltratos hasta que un día cayó la gota que hizo rebosar el vaso. Y me pregunto yo: ¿No sería mejor haber dejado la relación? Si ya no funcionaba, si era infeliz y maltratada, lo mejor hubiera sido dejarlo, cortar por lo sano con la relación que tarde o temprano acabaría sacando lo peor que habitaba en su interior. Una relación malsana que le haría hacer, y decir barbaridades, más bien de una mente demente o procedente de la boca del mismísimo Lucifer. Porque cuando ya no hay nada, cuando la pasión de los primeros años, la locura del te quiero y no sé porqué pero lo hago, va y se acaba, es donde realmente aflora el amor verdadero, o por el contrario, se descubre que fue un calentón de pasión desenfrenada extendido en el tiempo más de lo deseado. Difícil dif