Un destino muy ambiguo


-fragmento-


Una vez tumbada y bien sujeta,
comencé a llevar la cabeza hacia atrás
prometiéndome a mí misma no cerrar los ojos hasta el
final. En ese transcurso ves la piedra pasar por delante de
tus narices, y no sé si la gente se para a observarla, yo
creo que no, están tan nerviosos que lo hacen en un segundo
para terminar lo antes posible con el suplicio. Lo
hice, no los cerré, y hubo algo en la piedra que me llamó
mucho la atención. Una inscripción en latín, que por su
aspecto debería llevar allí unos cientos de años. Decía
así:




LEE ITAQUE RECIBE
EL DON DE SUUS SUA SUUM ELOQUENTIA
MIRA PROFUNDUS
ITAQUE A TU VENDRA EL MUNDUS
EN HOC MOMENTO ITAQUE PUNTOEN
HOC EXORTO
Que en nuestra lengua castellana vendría a ser algo
como:
LEE Y RECIBE
EL DON DE LA ELOCUENCIA
MIRA PROFUNDO
Y A TI VENDRÁ EL MUNDO
EN ESTE EXORTO MOMENTO Y PUNTO

Fueron unos segundos los que estuve observándolo y
tuve la sensación de estar teniendo un sueño con los ojos
abiertos. Fue sobrecogedor, veía agua, agua por todas par-
tes, era una visión submarina. Miraba hacia arriba y los
rayos de luz atravesaban la superficie formando una cortina
que llegaba hasta el fondo justo a mi lado, rozándome los
dedos de la mano, y alguien me la cogía señalando la parte
baja de lo que parecía ser un velero haciendo ademán de
que le siguiera... y justo ahí, Ian y Samantha tiraron de mí
para incorporarme.
—¡No, no, nooooo!
No pude evitarlo, seguramente pensarían que estaba
loca o que había estado demasiado tiempo cabeza abajo, y
yo lo único que quería era continuar en mi sueño. ¿Qué demonios
había sido aquello?, ¿sería una visión de futuro?,
¿quién era esa persona que tiraba de mí? Tantas y tantas
preguntas se agolpaban a la vez en mi cabeza, que tuve que
sentarme a coger aire.
—¿Are you OK? (¿Estás bien?) —me preguntó Samantha
con cara de preocupación.
—Yes, don´t worry, I´m OK, a bit disy, that´s all (Sí, no
te preocupes estoy bien, un poco mareada, eso es todo).
—OK, I think is time to go home (OK, creo que es
hora de ir a casa).
Y agarrándome bajo el brazo, no fiándose mucho de mi
palabra, me acompañaron hasta el coche como si de una
inválida se tratara. Ahora sí que estaba empezando a verlo
todo turbio. Lo único que tenía claro era que no les iba a
contar nada de lo sucedido o pensarían que se me estaba
yendo la cabeza de verdad.

Esa noche no pude conciliar muy bien el sueño, ni esa
ni las siguientes hasta el día de mi marcha. Intentaba buscarle
un sentido a todo aquello, pero fue imposible. Quería
respuestas inmediatas y eso, muy en el fondo, sabía que
no podía ser así, que las cosas llegan por su propio peso.
Tendría que ser paciente.

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