HAZ EL MAL, QUE LO PAGARÁS CON CRECES




Todo el que la hace, la paga. O así me gusta imaginar, y por supuesto creer, que en vidas sucesivas se liquida el mal causado. Porque el ser humano aún sigue pensando que el dinero es el que manda, y puede ser, que así sea en el mundo en el cual vivimos. ¿De verdad pagamos por los crímenes cometidos? Porque se me parte el alma viendo noticias como estas “La cárcel de ballenas”. ¿Dónde está la humanidad? ¿De verdad el ser humano es capaz de cometer semejante atrocidad? Es entonces cuando me siento y medito. Porque no sé si ya os he dicho, que me gusta imaginar… Y es entonces cuando me siento y escribo:

Se llamaba Xi Liu y era uno de los hombres más ricos del país. Multimillonario diría yo más bien, aunque su riqueza proviniera del tráfico ilegal. Y lo mismo le daba que estuvieran en peligro de extinción, porque lo que verdaderamente le importaba a Xi Liu, era el incremento de ceros en su cuenta bancaria. Porque cuantos menos quedaran, su precio en el mercado, aumentaba. Así amasó su fortuna, y se sentía tremendamente orgulloso de ella. Se creía invencible, y era cierto que lo era. Ya que las máximas autoridades estaban sobornadas de por vida con una cuantiosa cifra por cada transacción que hacía. Xi Liu, murió a los ochenta y nueve años rodeado de sus vástagos que le lloraban, no a la pérdida de su padre, sino más bien, a la persona que les proporcionaba dinero como si fuera un grifo abierto. ¿Y ahora qué hacemos? El grifo se cerró… Pero esto es otra historia. ¿Dónde estaba…? ¡Ah sí! Cuando Xi Liu despertó, no sabía muy bien donde estaba. Se encontraba tan a gusto, que ni se paró a mirar a su alrededor. Y pasaron los meses, y una fuerza lo expulsó, y cual no fue su sorpresa al comprobar, que aquel nuevo mundo eran las profundidades del océano, y su nueva madre, una ballena Beluga. ¿Qué fue lo que le sucedió? Pues abreviando: Fue capturado y mantenido en cautividad hasta su vida adulta en una celda de 2 x 5, que sus propios hijos habían construido para abaratar costes y ganar más. Vendido para un espectáculo. Maltratado por su adiestrador. Muerto de viejo con todo el cuerpo atrofiado en la soledad más aterradora. Pero ahí no acaba la cosa, cuando Xi Liu despertó de nuevo, se encontró otra vez con el elemento agua, aunque esta vez, no era una ballena, sino una cría de delfín. Y abreviando: Fue capturado, arponeado, y a un delfinario. Muerto y reencarnado, esta vez en tiburón. Y fue acorralado, despojado de su aleta, y olvidado agonizando hasta su muerte en la orilla de una playa a la sombra de un precioso cocotero. Y colorín colorado, este cuento, aún no ha acabado… Porque a Xi Liu aún le esperaba ser devorado, hervido y enlatado. Y cuando su reencarnación llega a un pequeño pez neón, es recluido y sustituido cada vez que muere en un diminuto acuario, desde el que puede contemplar el mar en la distancia, a través de una lujosa ventana. Y para poner la guinda en el pastel, tuvo que contemplar a su ex mujer retozar de placer, porque finalmente, acabó en el acuario de su alcoba bien pegadito a la cama.

Así que, la próxima vez que veas alguna atrocidad, piensa en Xi Liu. Piensa, que la vida te devuelve con creces todo el daño que en vida causas. Y que, ni todo el dinero del mundo puede pagar la liberación de la condena que cada uno se forja.

Haz el bien, y no mires con quién.
Haz el mal, que lo pagarás con creces.
Bv

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