"¿LLAMAS TÚ? YA LLAMO YO, QUE TENGO TARIFA PLANA"

Escena de la película 'Nasty Habits'


Érase una vez… Un día en la vida de Pablo. Un joven de unos cuarenta y tantos…

¿Qué hora es? ¡Las seis! ¡Y qué C…o hacen taladrando la pared! ¡No sabéis respetar J….r! ¡Me cago en D…s! ¡Eso! Y ahora el niño. ¿Algo más?  Vale Pablo, tranquilo. Date media vuelta y respira hondo… Eso es… Parece que… ¡NO, no, no, no! ¡Lleváis así un mes! La pastilla… ¿Dónde dejé la caja de las pastillas? ¡Os voy a denunciar! Esto es de locos. ¡Necesito dormir! Tranquilo, si te pones los tapones… quizás… Ni de coña. ¡Aquí esta! Con el día que tengo hoy… Y encima diluviando. Me doy una ducha y me voy de aquí. ¿Dónde están mis pantalones? Colgados en el patio… ¡Noooooo! No, no, no, no. ¡Qué bien! Y ahora, ¿qué Host..s me pongo? ¿Y mis pantalones? No se habrá atrevido a… No… Eso sería de ser una… ¿Y mi ropa? ¡Hija de ….! Respira… Pablo, respira… No pasa nada. ¡Joder! ¡Queréis parar ya con el maldito taladro de los C…..s! Me voy de aquí. Muda de ayer… Bueno, de dos días… ¡Hija de…! Tranquilidad. Un café en el bar de Andrés y como nuevo. 

Digamos que Pablo no había comenzado el día con muy buen pie, y la verdad era, que ya llevaba un mes con obras en la casa del vecino de arriba, con el bebé enfermo de los vecinos que vivían enfrente, dos intentos de suicidio y en paro. Pero aquí no acaba la cosa, porque la noche anterior se había peleado con su novia, y esta, le había tirado toda su ropa. ¡Ah! El perro, no era de él, sino de ella. Eso sí que le había dolido a Pablo. Y para colmo, hoy tenía una entrevista muy importante a la que ya llegaba tarde porque el bar de Andrés se había inundado, y no le habían podido servir su café, sin el que Pablo, es incapaz de comenzar el día… Así que probó a tomárselo en la cafetería de enfrente y no le quedó otra que esperar. Pasada casi una hora, se toma el café y se va al garaje a por su coche, pero este, no quiere arrancar. Así que no le queda otra, que echar a correr… bajo la lluvia… y sin paraguas… Llega a la entrevista empapado hasta los huesos y con mal aspecto. <<Ya le llamaremos, buenos días>>. Le dicen cuando termina. Así que no es de extrañar, que cuando sale a la calle y tropieza con Mercedes, derrame sobre ella toda la ira contenida hacía ya meses. <<Por lo menos te podrías disculpar>>Dijo ella. A lo que Pablo contestó, aún más enfurecido. << ¡Amargado! Por eso os quedáis solos. Porque no tenéis educación, ni la conocéis. ¡Serás desgraciado! Vete a vivir a una cueva. A esto se le llama civilización, si no te gusta, ¡piérdete! ¡Energúmeno!>> Y para rematar, las típicas marujas en la acera de enfrente. <<Será posible. Insultando a una mujer. La va a matar. Violencia de género. Creo que son pareja. Ya llamaron a la policía el otro día. Un día de estos la tira por el balcón. Pues yo no voy a dejar que eso suceda. Ni yo tampoco. ¿Llamas tú? Ya llamo yo, que tengo tarifa plana. ¿Y te regalaron el móvil también? Sí. Ya voy a ir yo a ver si me regalan otro>>. 

Y como este ejemplo, cientos: La teleoperadora borde. El camarero impertinente.  ¿Imaginas cual puede ser su situación? ¿Quizás porque lleva todo el día sentada pegada al teléfono? ¿Y si lo que le pasa es que su mujer le ha engañado con otro? Y que además, no tiene un amigo de verdad con quien hablar… 
Qué fácil es juzgar, criticar y ver la mota en el ojo ajeno. ¿Verdad? Lo que nunca hacemos, es ponernos en la piel del otro. Intentar caminar en sus zapatos y ser capaces de vivir para contarlo. Porque lo que para uno es aparentemente sencillo, para otro, puede suponer una caída empicada al vacío. Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos tenido un mal día. ¿Te acuerdas cuál fue? ¿Quién pagó los platos rotos de otro…? ¿Qué fue lo que te hizo actuar de esa manera?  Y la última pregunta: ¿Has juzgado alguna vez a la ligera? 


Bv.

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