UN BIEN TAN PRECIADO, PERO QUE PARA NADA VALORAMOS.



Un vaso de agua… Nos lo llevamos a la boca derramando su contenido por el camino. ¿Nos importa? La verdad es que no nos damos cuenta…

“Hoy parecía ser un día como otro cualquiera en la realidad de Inés. Se despertó a las seis y fue al aseo, pero cuando fue a tirar de la cadena, se sorprendió al ver que no había agua. Tiró unas cuantas veces pero no sucedió nada y, pensando que sería algún problema de la cisterna, abrió el grifo para lavarse la cara. ¡Sorpresa! Tampoco corrió el agua. <<Muy bien― pensó― volverá en un rato>>. Mientras tanto, fue a la cocina a prepararse un café. La cafetera estaba sucia, la pila de fregar, a rebosar de platos. Tampoco importaba si no la fregaba, total… Pero lo que sí había que hacer, era llenar el compartimento inferior de agua. Cogería la botella de la nevera y listo, pero la única que quedaba en la puerta estaba prácticamente vacía. Siempre olvidaba llenarla… <<No pasa nada― pensó―cojo otra nueva y listo>>. Abrió la puerta de la despensa, y para su asombro, no le quedaba ninguna botella. Houston, tenemos un problema. Miró la hora. Las siete menos diez. <<Una ducha… No hay agua. ¿Dónde voy con estos pelos?>> Así que se peinó como pudo y, sin ducharse se puso la camiseta y una falda. <<¿Y los dientes?― pensó―Pasta y un trago de zumo… de piña… ¡Qué horror!>> Así que Inés salió por la puerta de su casa un poco contrariada. Todos los vecinos se quejaban de lo mismo. ¡Han cortado el agua! En el trabajo, también la habían cortado… Menos mal que allí sí, tenían embotellada. Cuando regresó a casa a eso de las seis después de pasar por el súper y comprar dos garrafas de ocho litros, los vecinos seguían quejándose. <<¿Ya ha vuelto? ¡No, qué va! ¡Habrá que bajar a comprar…!>> Así que enfurecida pensando que se tenía que lavar el pelo en la pila de mala manera, llamó a Aqualia, gestión integral del agua. La amable chica que contestó al otro lado del auricular, llevaba todo el día recibiendo quejas, y un poco hasta el moño de la situación, no se le ocurre otra cosa que expresar su enojo: <<Sólo ha sido un día señora. ¿Qué haría usted si viviera en África?>>. Inés no daba crédito a lo que acababa de oír y estalló en cólera. <<¡No he podido lavarme el pelo! ¡Ni hacerme el café! ¡Ni tirar de la cadena! ¡Tampoco soporto lavarme la cara con toallitas!>> Y lo que tampoco soportaba Inés, a parte del usted… era enjuagarse los dientes con zumo, leche, o… vino. Así que después de poner a la amable chica de vuelta y media, colgó. Se lavó el pelo en la pila del fregadero y, con su enfado, se fue a dormir pensando que quizás mañana, ya habrían restaurado el servicio del agua. 
A la mañana siguiente se levantó medio adormilada y fue al aseo, cuando terminó, tiró de la cadena y el agua corrió. ¿Y sabéis qué? Que no bailó de alegría, simplemente, bostezó. Ya ni se acordaba de lo que había sido estar sin agua”. 

Un bien tan preciado, pero que para nada valoramos. ¿Y si un día nos levantamos una mañana y la han cortado... para siempre? Pensar que hay millones de personas sin acceso a agua potable en el mundo, y menos, con un grifo en casa... Seamos conscientes de ello cada vez que abrimos el grifo, nos damos una ducha, tiramos de la cadena, bebemos un vaso de agua embotellado o nos cepillamos los dientes. Paremos, pensemos, y sobre todo, reflexionemos.


 Bv




Fotografía encontrada en. Un artículo a leer.
http://www.elmorrocotudo.cl/noticia/sociedad/agua-dulce-un-recurso-escaso

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